Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Cuando Kant, sin querer, escribió un poema

Inmanuel Kant (1724-1804)


Vuelvo a leer la Conclusión a La Crítica a la Razón Práctica de I. Kant. La leo inspirado, como muchos deben haber leído este célebre pasaje kantiano. Hoy no se lee mucho a Kant. Sin embargo, si nuestra estética es proclive a cierta ética profunda (como la de Kant), entonces veremos el vuelo poético que esconde la filosofía; sobre el asombro sigue siendo el mismo. 

Transcribo, traicionando a Kant, la conclusión a la Crítica a la Razón Práctica a modo de poema, en verso libre. Disculpe maestro Kant, disculpen poetas, disculpen filósofos...


Conclusión a La Crítica de la Razón Práctica

Por el hecho de que el poema es inagotable
Y se confunde con la suma de las criaturas
Y no llegará jamás al último verso
Y varía según los hombres,

Jorge Luis Borges, El otro poema de los dones


Dos cosas llenan mi ánimo de creciente admiración y 
respeto a medida que 
pienso y profundizo en ellas:
el cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro 
de mí. 
Son cosas ambas que no debo buscar fuera de mi círculo visual
limitarme a conjeturarlas como si estuvieran envueltas en tinieblas o se 
hallaran en lo trascendente;
las veo ante mí y las enlazo directamente con la 
conciencia de mi existencia.
La primera arranca del sitio que yo ocupo en el 
mundo sensible externo,
y ensancha el enlace en que yo estoy hacia lo 
inmensamente grande con mundos 
y más mundos y sistemas de sistemas,
además su principio y duración hacia los tiempos ilimitados de su movimiento 
periódico.
La segunda arranca de mi yo invisible,
de mi personalidad y me 
expone en un mundo que tiene verdadera infinidad, 
pero sólo es captable por 
el entendimiento,
y con el cual (y, en consecuencia, al mismo tiempo también 
con todos los demás mundos visibles)
me reconozco enlazado no de modo 
puramente contingente como aquél, sino universal y necesario. 
La primera 
visión de una innumerable multitud de mundo aniquila,
por así decir,
mi 
importancia como siendo criatura animal que debe devolver al planeta
(sólo un punto en el universo)
la materia de donde salió después de haber estado 
provisto por breve tiempo de energía vital (no se sabe cómo).
La segunda, en 
cambio, eleva mi valor como inteligencia infinitamente, 
en virtud de mi 
personalidad,
en la cual la ley moral me revela una vida independiente de la 
animalidad  
y aun de todo el mundo sensible, 
por lo menos en la medida en 
que pueda inferirse de la destinación finalista de mi existencia en virtud de 
esta ley, 
destinación que no está limitada a las condiciones y límites de esta 
vida. 

¿Qué música se podría escuchar tras esta lectura? ¿Qué visión? ¿Esta? 


Aquí una música probable:


viernes, 14 de noviembre de 2014

La vuelta constante a los clásicos, volver a Mozart siempre

Proyecto de Basílica de Etienne Loius Boullee, arquitecto del siglo XVIII

La melomanía es estacional. Es decir, por un tiempo definido, nuestros intereses musicales suelen variar, afirmándose en un determinado periodo, dentro de un estilo o por compositores específicos. Hay tanta música que pensar en la magnitud de esta profusión incontable, produce vértigo. Y, claramente, en la medida, que se sigue investigando y descubriendo nuevos autores, la lista se hace, al parecer, interminable. Por eso la malomanía sigue estaciones, se alimenta se esos cambios y siempre se enriquece. 

Sin embargo, a pesar de la ingente cantidad de música, siempre regreso a los clásicos. A los músicos de siempre, a aquellos que nos acompañan a lo largo de la vida y los que constantemente nos muestran algo nuevo. Los clásicos nos iluminan porque se puede ubicar en ellos las huellas de la perfección, la unión de la forma y de fines inconmensurables para nuestra época. En los clásicos hay, parafraseando a Hegel, "alas y raíces". Una mirada en lo alto que sólo el absoluto respeto a la obra de arte puede otorgar. 

Ayer volví a escuchar el concierto para piano número 20 en re menor de Mozart después de mucho tiempo. Y tuve la sensación y la convicción de estar frente a una obra inmensa, poderosa e inteligente. ¡Cuántos problemas se planteaba Mozart y qué capacidad tenía para resolverlos¡ Con una obra como esta uno se encuentra con certezas que sólo pueden establecidas desde el legado de la gran tradición clásica.  

Los movimiento de este concierto son tres: allegro, romanza y rondó allegro assai. Toda la estructura general se presente como un continuo perfectamente equilibrado; la diversidad de temas, el material temático, la posibilidad de engarzar tiempos de diversa factura y origen se articulan en un todo ilustrado. Aquí brilla el "siglo de la luces" y la "mayoría de edad" kantiana, se logra plenamente. Concierto clásico que nunca deja de ser nuevo. Lo clásico es moderno en su ruptura constate hacia el futuro.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Cantantes populares, personales interpretes




Se cree que los que amamos a la gran música, somos indiferentes al género popular  y que tenemos una actitud elitista sobre la música. Nada más falso. La música es una y las puertas entre la música académica y la música popular siempre han estado abiertas. Además, en la música popular se evidencia aquel yo que canta mientras se vive, mientras se camina, mientras se ama.

Las preferencias existen. Y este blog se ha construido, en gran medida, a partir de la exposición vergonzosa de gustos individuales. En esta oportunidad, quiero compartir una parte de mis gustos populares. Interpretes e interpretaciones de algunas canciones que me gustan por el modo cómo se cantan. 

1. Nothing Else Matters. Del célebre “álbum negro” de Metallica, editado en 1991, esta bella canción ya tiene vida propia por sus grandes méritos. ¿No será la canción por la que Metallica será recordada a lo largo del siglo XXI? Tantas versiones tiene Nothing Else Matters que una más parecería una ofensa. Pero hay una versión de la brasilera Paula Fernandes que me encanta por su timbre y la calidad de la interpretación de la gran canción de  Metallica. Le añade algo. Creo. 




2. From here to eternity. Cuando vi por primera vez El Cielo sobre Berlín de Win Wenders escuché esta canción perturbada y perturbante. Descubrí que era obra de uno de los cantantes más dotados de la historia del rock: Nick Cave. Esta canción del álbum del mismo nombre, es de 1984. Australia siempre nos ha demostrado que posee grandes músicos. 




3. Time after Time. ¿Quién podría pensar que una canción de Cyndi Lauper, de 1983,  podría ser cantada así y llegar a niveles superlativos? Pero claro, se trata de Cassandra Wilson; una de las voces más bellas del jazz de los últimos años. Impresionante. 




4. Black hole sun.  Después que Soundgarden tomó el planeta tierra junto a Nirvana y a Pearl Jam, nada fue igual. Y tras aquella maravillosa era del rock, se quedó para siempre la voz de Chris Cornell. La versión acústica de Black Hole Sun, original de 1994, es tan grande como la voz y el talento de Cornell. 




5. Still loving you. Clásico de Scorpions, clásico triste que ellos mismos han versionado innumerables veces. Nunca de está de más oír otra nueva versión. Aquí con Vanessa Mae, uniendo al diván de oriente y de occidente. La canción data de 1982.