Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

lunes, 24 de agosto de 2009

Un Bruckner Aristocrático por Giulini

Asi como es una experiencia sobrecogedora escuchar la Cuarta Sinfonía de Brahms por Kleiber, la "catedral sinfónica" que es la Octava Sinfonía en do menor de Anton Bruckner, adquiere una dimensión similar bajo la conducción de Carlo María Giulini (1914-2005). Ciertamente hay varias versiones brillantes de la "sinfonía de las sinfonías", cima de la música absoluta. Pero este humilde melómano se queda con esta interpretación. Giulini le daba un toque recatado a cada una de sus versiones, lejos de cualquier histrionismo o exsibicionismo. Como director, asumía la conducción con exquisitez aristocrática. Nobleza que se oculta tras la partitura para no evidenciarse a si mismo. No hay desbordes, incluso en la hybris más estimulante. Lo hiperromántico tiene un cauce clásico en todos sus ámbitos.

Reecontrarse con la Octava de Bruckner, gracias a Carlo María Giulini, es siempre una experiencia intensa, pero no tensa. La construcción sonora del Finale me lleva al extasis sin rozar el peligroso vértigo. Sin duda, todo ello por virtud de un gran maestro que, como Kleiber y otros más, no son fáciles de hallar hoy en día.

Finale: Feierlich, nicht schnell- Octava Sinfonía en do menor- Anton Bruckner. Dirige: Carlo Maria Giulini





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