Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

sábado, 29 de septiembre de 2007

Invierno inacabado


En la memoria, los viejos atardeceres de invierno. El día gris, la neblina que cubre de un extremo a otro el litoral, que se acerca a casas y edificios, quitándoles prestancia y haciendo, de éstas, más frágiles y entrañables. Asocio estas imágenes con música, invariablemente. Por ejemplo, el rumor de la olas que se eleva hasta el acantilado, me evoca el Lento con molto sentimento del Quinteto para piano y cuerdas Op 14 de César Franck. Hermosa pieza. O aquella conversación que tuve con unos de mis Stradivarius más queridos (amigo, en el lenguaje de todos), mientras mirábamos la parte de la ciudad que le correspondía a su ventana. La niebla ahí, omnipresente en nuestra ciudad, nos llevó al silencio. No sé cómo, pero enlazo ese instante con La fille aux cheveux de lin del Debussy. Quizá porque la habíamos oído días antes, quizá porque recuerdo a este queridísimo Stradivarius con el piano del fiel Cluade Debussy.

Lecturas de invierno, con café y cigarrillos, mirando con amor a mi cactus "Couperin", aquel que tuve que sacar de su maceta cuando mudé de apartamento y, en acto privadamente doloroso, tuve que plantar en un jardín. Lo llamé "Couperin" porque el día que lo rescaté de un parque y planté en una vieja maceta, estaba escuchando L'art de toucher le clavecin del Francois Couperin. Era un día de invierno. Me recuerdo leyendo en clave religiosa Los Cantos de Leopardi, acompañado de un cactus ahora inimaginable.

Y así los días de invierno estarán por terminar en algunas semanas. Pero ¿cómo me pienso a mi, con qué música en este largo invierno? Por ahora, con la Sonata para violín N.1 BWV 1001 de Bach, el Adagio y el Presto. Y, por favor, siendo un Guaneri da Gesú tocado por David Oistrakh: concentrado, anhelante y libre.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Barenboim y la despedida final del prófugo


Veo las noticias con distancia. El juego político me importa un bledo. Rebeldía también es la intimidad de los goces. Rebeldía también es desconectarse. Rebeldía también es acercarse con mayor respeto a lo importante. Rebelarse también es optar por aquello que nos aleja de la insufrible banalidad. Rebelarse contra los cobardes, contra los irreverentes, una necesidad vital.

Con los años se gana distancia y se pierde, cada vez más, el miedo que suele acompañar al desgarramiento ético. ¿Acaso un pobre diablo puede vulnerar el espacio de los goces? ¿ Acaso un pobre diablo puede ecplipsar la fiesta íntima de un corazón que se alegra por lo importante?

Ahora Barenboim está ahí, ejecutando la Sonata para piano N. 31 Op 110 de Beethoven. Y Barenboim enseña a un joven pianista la manera más adecuada de interpretar esta obra. Y Baremboin filosofa sobre el sonido, juega con las palabras de manera ingeniosa. Es un artista culto y oirlo hablar es un placer adicional.

Daniel Barenboim y sus lecciones sobre Beethoven son lo importante esta noche, como la breve lectura de Primo Levi en el atardecer. ¿Y el prófugo? Ahí, llorado por algunos ( que pueden ser uno, dos, tres, cien mil o un millón. Me da igual). En mi caso, lo digo con fuerza: te desprecio prófugo amoral, ya no eres importante. Que hable de ti la banalidad que te llevó al poder.

sábado, 15 de septiembre de 2007

La mujer del violonchelo

Ver en la televisión el trio "el fantasma" (geister) de Beethoven Op 71 N.1. Barenboim, Zukerman y Du Pre. Largo assai ed espresivo. ¿Puede haber algo más conmovedor esta noche?. En esta interpretación, Du pre debe tener unos veinticinco años. Mientras veo las imágenes, el violín de Zukerman y el piano de Barenboim, pasan a un segundo plano. Por momentos, obvio el sonido, para concentrarme en el movimiento de la mujer del violonchelo. ¿Quién toca a quién? Parece que el violonchelo es quien esta ejecutando al cuerpo de Jacqueline. Ver esos dedos, estas manos bellísimas, ese rostro que sube y baja de tensión. La mirada que se pierde ante la firme convicción de ser tocada por algo amado. Se unen-pienso.
Luego, en el Presto, reaparecen Barenboim y Zukerman. Aplaudo íntimamente. Hubiese querido ver más esta noche. Sin embargo, el regalo mayor esta por venir. El concierto Op 85 de Elgar bajo la dirección de Barenboim y la mujer del violonchelo. ¿Qué más decir? !Qué limitada es la palabra!

viernes, 7 de septiembre de 2007

IM: Luciano Pavarotti (1935-2007)


Oda a una Aria de Haendel
Dulce es el recuerdo.
Más dulce es el recuerdo
de tu dulcísima
presencia.

Luis Hernández. (1941-1977)

martes, 4 de septiembre de 2007

Melomanía Fantasma

Tema y variaciones sobre el segundo movimiento del primer sexteto de Brahms. El mismo Johannes hizo tal versión para piano. En la calle la llovizna húmeda del amanecer. Sonata para violín SZ 117 de Bartok. Los pasos de un padre y su niña resuenan sobre la vereda mojada. Mumuki de Piazzolla. El auto avanza lento, no puede ir más rápido, es peligroso. Adagio del concierto para dos clarinetes de Krommer. En brazos, la niña le pregunta al padre sobre la lluvia. Ambos se mojan la nariz y el rostro. Menuetto: Allegretto del quinteto para cuerdas K 515 de Mozart. Un abrazo y beso de despedida. La ilusión de volverse a ver en unas horas.
Todo se ha unido por el fanstasma. Tu un Guarneri da Gesú, yo un Stradivarius. Sea la unidad del universo y la continuidad de los hechos por estos sonidos que llamas música.